Dicen que lo único más difícil de ser adolescente es se padre de uno de ellos. Todos tenemos uno al que queremos ayudar, un hijo, un amigo, un sobrino, un nieto y todos nos necesitan.
Es una etapa donde sólo tienen cabida los cambios, pasan de adorarte y querer parecerse todo lo posible a ti a: «¡¡¡por favor puedes dejarme y respetar mi espacio!!! Qué lejos se ve: «¡papá no te vayas tan pronto!», «¡mamá quédate aquí hasta que me duerma!»
La adolescencia es un período en el que aprenden a crecer, los cambios son mentales y físicos, estos últimos los conocemos muy bien: altura, voz, bello,menstruación y los vamos preparando para ellos, sin embargo los mentales son los más importantes y los grandes desconocidos.
La primera señal a tener en cuenta, independencia, a esta le sigue la originalidad, la rebeldía, el inconformismo, nada les parece justo y harán todo lo necesario para parecerse lo menos posible a nosotros, los expertos dicen que es normal y hay que dejarlos que pasen por ese camino, los hace grandes como personas. Pero mientras todo esto ocurre ¿qué podemos hacer los padres para no estar discutiendo con ellos todo el santo día? porque ya sabes que discutir es uffff, malísimo y perdemos autoridad.
Hablar con ellos, darles la razón cuando la tengan, que son muchas veces, llegar a acuerdos negociando las cosas básicas: hora, viajes. Validar sus ideas y no apretar demasiado o se alejarán. El resto es tiempo, ahora hago casi todo lo que un día dije que no haría.
Ayudamos escuchando con corazón, poniéndonos en su lugar y recordando la nuestra que no queda tan lejos. Sssssssssss, silencio, escucha.